La relación entre el alcohol y la depresión: efectos y riesgos asociados

06.06.2023

Introducción

El consumo de alcohol, en determinados niveles, puede suponer un cierto riesgo para nuestra salud y, sobre todo, si tenemos en cuenta la facilidad para su acceso. En España, el consumo de alcohol está muy normalizado y cuenta con un amplio arraigo social.

Según la Encuesta Europea de Salud en España 2020, un 74,6% de hombres de 15 y más años ha consumido alcohol en los últimos doce meses. En mujeres alcanza el 56,8%. (Fuente: Instituto Nacional de Estadística). El porcentaje más elevado según grupos de edad, se corresponde con el grupo de 25 a 34 años (80,6% en los hombres y 64,7% en las mujeres).

El alcohol es uno de los principales factores de riesgo de carga de enfermedad y el 4º factor de riesgo de pérdida de salud (OEDA, 2021).

Efectos del alcohol en la depresión

  • Depresión como causa del consumo de alcohol o Alcohol como causa de la depresión

La relación entre la depresión y el consumo de alcohol ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los años (Kendler, 1993; Harrington, 1990). De hecho, se trata de una relación bidireccional donde el consumo de alcohol puede derivar en una depresión y la depresión puede conllevar un mayor consumo de alcohol. En el caso de una persona con depresión y a la vez con problemas de alcoholismo, podríamos hablar de "patología dual".

La depresión está relacionada con una mayor propensión a beber para hacer frente a los problemas emocionales. Esto sugiere que las personas con depresión pueden recurrir al alcohol como una forma de controlar sus síntomas depresivos. Por otra parte, los síntomas depresivos suelen estar asociados con un mayor consumo de alcohol y los motivos de consumo, como el consumo para hacer frente o para escapar de los problemas, desempeñan un papel mediador en esta relación.

Por ejemplo, el estudio de Putnick et al. (2017) se centró en la relación bidireccional entre la depresión y el consumo de alcohol en un grupo de adolescentes considerados de alto riesgo. Los resultados mostraron que la depresión se asociaba con un mayor consumo de alcohol, pero también se encontró que un mayor consumo de alcohol aumentaba el riesgo de desarrollar síntomas depresivos en el futuro. Esto sugiere que existe una relación recíproca entre la depresión y el consumo de alcohol en este grupo de población.

Diferentes estudios demuestran una asociación significativa y bidireccional entre la depresión y la dependencia del alcohol. En el estudio de Boden (2019) se encontró que las personas con depresión tenían un mayor riesgo de desarrollar dependencia del alcohol, y aquellos con dependencia del alcohol tenían un mayor riesgo de presentar síntomas depresivos. De hecho, la presencia de cualquiera de estos trastornos duplicaba la probabilidad de padecer un segundo trastorno.

Estos hallazgos resaltan la naturaleza compleja y la interacción entre la depresión y el consumo problemático de alcohol. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la relación entre ambos puede ser compleja y multifactorial, y no todas las personas que experimentan depresión recurren al alcohol como una forma de hacer frente a sus síntomas ni todas las personas con problemas de alcoholismo pueden acabar padeciendo depresión. No obstante, estas dos condiciones son factores de riesgo en sí mismas.

Factores de riesgo asociados

  • Aumento de la vulnerabilidad

Algunos síntomas típicos de la depresión, como la tristeza, pueden exacerbarse durante el consumo de alcohol. Además, puede provocar otros síntomas como insomnio, irritabilidad y ansiedad. Las personas que consumen alcohol tienen 4,86 veces más riesgo de depresión que los que no consumen alcohol (Lazo, 2016). Las personas que padecen trastorno depresivo mayor tienen el doble de posibilidades de desarrollar un trastorno por uso de sustancias (Ibáñez et al., 2020). Además, el consumo excesivo de alcohol puede exponer a la persona a determinadas situaciones de riesgo que podrían desencadenar accidentes de tráfico, accidentes laborales, violencia e impulsividad, así como una mayor exposición a otras adicciones (juego, sexo, sustancias.) aumentando así su vulnerabilidad. Como el alcohol puede disminuir los inhibidores naturales y aumentar la impulsividad, podría llevar a decisiones impulsivas y peligrosas.

También nos hace más vulnerables a determinadas enfermedades como la cirrosis hepática, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular o dañar órganos como el hígado, el corazón y el sistema digestivo. Pero, además, el consumo de alcohol afecta al cerebro de manera directa e indirecta en nuestro comportamiento. Por ejemplo, daña el hipocampo, relacionado con la memoria y el aprendizaje, produce muerte neuronal, daña la corteza prefrontal encargada de las funciones ejecutivas, la toma de decisiones o los procesos atencionales, así como del control de la conducta.

  • Interferencia con el tratamiento

El consumo de alcohol modifica el efecto de diferentes medicamentos, por lo que, si una persona con depresión ya está en tratamiento médico, beber alcohol puede empeorar la respuesta a su tratamiento. En el caso de los fármacos antidepresivos y el alcohol, este puede mediar en la eficacia del medicamento, reduciendo sus beneficios e interfiriendo de manera negativa en el tratamiento. En definitiva, los antidepresivos no hacen su efecto cuando se consume alcohol.

  • Mayor riesgo de suicidio

Debido a que el consumo de alcohol altera nuestro juicio, así como la toma de decisiones, en presencia de una depresión, puede aumentar el riesgo suicida.


Tratamiento de la depresión y el consumo de alcohol

  • Abordaje integrado

El tratamiento suele ser diferente si solo se trata de abordar la depresión, el alcoholismo o ambos (patología dual). La patología dual requiere de un abordaje multidisciplinar por parte de expertos en psiquiatría y adicciones.

  • Tratamiento de la adicción al alcohol

Existen tratamientos específicos para controlar las adicciones que contemplan diferentes fases como; la desintoxicación y tratamiento del síndrome de abstinencia, la deshabituación, el tratamiento psicológico, terapia grupal, terapia familiar, etc..

  • Terapia para la depresión

Por otra parte, la depresión leve o moderada puede ser tratada de manera eficaz por psicólogos/as desde una perspectiva cognitivo-conductual como tratamiento de primera elección y no en todos los casos es necesario el empleo de antidepresivos.

Consejos para prevenir el consumo excesivo de alcohol

  • Determina tus propios límites de consumo diarios o semanales y comprométete contigo mismo a respetarlos.
  • Reduce la velocidad de ingesta y aumenta el tiempo entre toma y toma. Es decir, no bebas muy rápido y deja pasar un tiempo prudencial entre cada bebida.
  • Piensa cuáles son los motivos por los que bebes. Si tu consumo es para aliviar el estrés o cualquier otro problema emocional, el alcohol no es la solución. Acabará siendo el problema principal.
  • Alternar el consumo de bebidas con alcohol y bebidas que no lo contengan.
  • Establece límites sociales si tu entorno o amigos consumen de forma frecuente alcohol. Muchas personas acaban bebiendo para adaptarse al entorno, para agradar a sus amigos o para desinhibirse.
  • Busca actividades y entornos sociales más saludables; práctica de ejercicio, hobbies, aficiones, socializar con otros individuos, meditación, terapia, etc..
  • Aprende a decir NO. Establece límites claros y respeta tus decisiones. No tienes que hacer cosas solo por agradar a los demás. Eso solo menoscaba tu autoestima.
  • Busca apoyo social. A mayor apoyo social saludable, menor será el riesgo de consumo.

Conclusiones

Paradójicamente, las personas que consumen alcohol para calmar o apaciguar los síntomas de su depresión acaban agravando su sintomatología y aumentando las probabilidades de acabar teniendo problemas de alcoholismo. Por otra parte, las personas que tienen un problema con el alcohol pueden acabar padeciendo depresión, entre otros trastornos.

Si crees que tienes un problema o trastorno por consumo de alcohol o depresión, acude a tu médico o profesional cualificado ya que existen tratamientos y abordajes eficaces para su tratamiento.

Autor: Miguel Ángel Aguirre. Psicólogo General Sanitario

Bibliografía

Boden JM, Fergusson DM. Alcohol and depression. Addiction. 2011 May;106(5):906-14. doi: 10.1111/j.1360-0443.2010.03351.x. Epub 2011 Mar 7. PMID: 21382111.

Harrington R, Fudge H, Rutter M, Pickles A, Hill J. Adult outcomes of childhood and adolescent depression: I. Psychiatric status. Archives of General Psychiatry. 1990;47(5):465–473

Ibáñez, C., Cáceresa, J., Brucher, R., y Seijas, D. (2020). Trastornos del ánimo y trastornos por uso de sustancias: una comorbilidad compleja y frecuente. Revista Médica Clínica Las Condes, 31(2), 174–182

Kendler KS, Heath AC, Neale MC, Kessler RC, Eaves LJ. Alcoholism and major depression in women: a twin study of the causes of co morbidity. Archives of General Psychiatry. 1993;50(9):690–698

Lazo González, P. V. (2016). Depresión en adultos y su relación con disfuncionalidad familiar, migración y alcoholismo. Revista Colombiana de Psiquiatría

Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Monografía alcohol 2021. Consumo y consecuencias. Madrid: Ministerio de Sanidad. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, 2021. 109 p.

Yu, J., Putnick, D. L., Hendricks, C., & Bornstein, M. H. (2017). Health-risk behavior profiles and reciprocal relations with depressive symptoms from adolescence to young adulthood. Journal of Adolescent Health, 61(6), 773-778.

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